Saturday, April 11, 2009

Antonini Wilson: El amigo venezolano





Dos juzgados uruguayos investigan el papel de Guido Antonini Wilson, el "hombre de la valija", en una intrincada red de negocios con Venezuela.

Paula Barquet, Fernán R. Cisnero/ Montevideo

Yo iba a Uruguay, yo no iba a Argentina", le dijo el venezolano Guido Antonini Wilson a Franklin Durán, su socio en varios emprendimientos que involucraban al gobierno de Venezuela. Era el 23 de agosto de 2007, 20 días después que Antonini Wilson fuera detenido, fugazmente, por intentar ingresar una valija con 800 mil dólares que, muchas pistas señalan, estaban destinados a la campaña presidencial de Cristina Fernández.

Lo que no sabía Durán, aunque quizá lo sospechara, es que Antonini Wilson estaba grabando esa charla para el FBI.

De ser uno los magnates surgidos a partir de los negocios chavistas (una versión tropical de los "oligarcas" rusos enriquecidos gracias al gobierno de Boris Yeltsin), Antonini Wilson, un hombre gordo, coqueto y dado a los gustos caros, terminó siendo el peón de una investigación federal estadounidense que involucraba al gobierno de Chávez y al de Fernández en Argentina.

Pero Antonini, además de colaborar para el FBI y salir ileso del valijagate, tenía actividades en Uruguay. Por eso la Justicia de nuestro país lo tiene presente. Por cuestiones fortuitas o de velocidad de los trámites, los casos aún están en estado de presumario.

Las grabaciones obtenidas clandestinamente con su consentimiento terminaron con el arresto y condena de tres venezolanos (Durán, su gran amigo y socio por 20 años, el abogado Carlos Kauffman y Moisés Maiónica) y un uruguayo, Rodolfo Wanseele Paccielo, acusado de realizar tareas de chofer y vigilancia para el militar venelozano Antonio Canchica, que está prófugo y fue ascendido de rango en diciembre por el gobierno de Chávez. Wanseele, según la Justicia estadounidense, trasladó a Canchica a un encuentro con Antonini en una cafetería Starbucks en Plantation, una localidad cercana a Miami. El lugar estaba plagado de agentes del FBI y Antonini tenía un grabador pegado a su cuerpo, como en las películas. El uruguayo fue condenado a tres años de prisión.

Todos fueron acusados de trabajar como agentes espías de Estados Unidos para Venezuela. Intentaban convencer a Antonini Wilson que, por dos millones de dólares, guardara silencio y se responsabilizara de los 800 mil dólares incautados, y el valijero no cedió. En las charlas incriminatorias se mencionaron funcionarios de confianza de Chávez y jerarcas argentinos, la mayoría de los cuales perdieron su empleo cuando se enteró la presidenta Fernández.

En las escuchas del FBI también figuraron algunos negocios en Uruguay, principalmente el de las casas prefabricadas a través de la empresa uruguaya Unión Metalúrgica Industrial del Sur S.A. (Umissa).

Eso, y su interés por invertir en otros negocios inmobiliarios que finalmente no se concretaron, lo traían a menudo a Montevideo, a veces acompañando delegaciones oficiales. Incluso después de haberse ganado el mote de "el hombre de la valija", estuvo 20 horas en Uruguay. De acá salió rumbo a Miami, desde donde hoy espera la resolución, muy dificultosa, de un pedido de extradición de Argentina y Venezuela. Chávez se refirió a él como un "traidor".

La presencia de Antonini en Uruguay ya no va a ser frecuente, pero su nombre seguirá figurando en los juzgados locales. De tres investigaciones en torno a los negocios entre Uruguay y Venezuela, dos lo tienen como protagonista. Una es sobre su intervención en la ya mencionada venta de 12.000 kits de casas prefabricadas. La otra proviene del padre de su ex amigo Franklin Durán, quien lo acusa de apropiación indebida y también de asociación para delinquir.

VISITANTE DE PERFIL BAJO. Cuando Antonini le confesó a Durán que nunca iba a Argentina, estaba mintiendo. La Nación informó en agosto de 2007 que el venezolano había estado por lo menos cinco veces en ese país en los anteriores 18 meses. Es verdad, eso sí, que venía frecuentemente a Uruguay.

Su vínculo con el país era estrecho: la Dirección de Inmigraciones identificó por lo menos seis entradas a Uruguay entre 2006 y 2007. Las reservas de hoteles para esos viajes (que en general no le consumían más de 24 horas) las realizaba Pdvsa, la petrolera oficial venezolana. Incluso dos días después del incidente de la valija, Antonini llegó al país coincidiendo con la visita del presidente Chávez. Después se volvió a su mansión en Miami desde el aeropuerto de Carrasco. No se ha podido confirmar qué hizo Antonini Wilson en la que se presume habría sido su última visita en mucho tiempo a este país.

La más documentada de sus estadías incluyó un paseo por Umissa junto al alcalde del estado venezolano de Cojedes, Johnny Yanes Rangel, en setiembre de 2006. Allí acompañaba una delegación oficial a un establecimiento industrial desde donde se proponían importar casas prefabricadas para solucionar los problemas de vivienda en la Venezuela chavista. Antonini, lobbysta con recursos propios para invertir, estaba particularmente interesado en el negocio.

Umissa es una de las principales beneficiadas con los oportunidades comerciales abiertas tras la creación del Fondo Bolívar-Artigas: de los 230 millones de dólares de ese fideiscomiso creado por los presidentes Chávez y Tabaré Vázquez, la empresa que tiene por titular al argentino Alejandro Lagrenade, recibía unos 150 millones.

Aunque al principio Lagrenade rechazó que Antonini tuviera alguna participación societaria en la empresa, e incluso declaró que sólo lo había visto circunstancialmente, la Justicia investiga un vínculo más estrecho entre Umissa y el venezolano. En las grabaciones del FBI, Antonini reconoce que formaba parte del negocio de las casas prefabricadas para Venezuela.

El vínculo ha ido clarificándose. La jueza penal Fanny Canessa ordenó en agosto el levantamiento del secreto bancario de cuatro personas: Antonini Wilson, Lagrenade, el uruguayo hijo de venezolanos y representante de Umissa en Caracas, Norberto Barcos, y Gabriela Alcalá. Se trata de dos cuentas, una a nombre de Umissa y otra en conjunto de los cuatro involucrados. Según informó el semanario Búsqueda, los cuatro compartieron una cuenta bancaria durante 15 meses.

Canessa es la magistrada a cargo del trámite surgido de una denuncia presentada ante el Departamento de Delitos Económicos de la Policía, por el padre de Franklin Durán, ex socio de Antonini y coprotagonista de las escuchas del FBI. Los Durán afirman que de la cuenta de Umissa (engordada con poco más de 23 millones de dólares del anticipo del gobierno de Venezuela por las 12 mil casas prefabricadas), se transfirieron 18 millones de dólares a una cuenta sobre la que hay sospechas. Y que de allí, además, se trasladaron 870 mil dólares a otra cuenta en Miami a nombre de Antonini y su esposa. Además, el venezolano afirmó que pagaba su abogado con dinero de emprendimientos empresariales en Uruguay, declaración que nunca fue dilucidada.

Para este informe se intentó hablar con el padre de Durán, residente en Estados Unidos, pero no quiso dar testimonio.

Fuentes judiciales dijeron a Qué Pasa que lo que generó más sospechas en la investigación fueron los movimientos en las cuentas por las importantes entradas y salidas de dinero. Se descartó, sin embargo, delito de lavado de activos porque se sabe que el origen de los fondos es el gobierno de Venezuela.

Hasta el momento se conoce que el valijero habría sido contactado por Barcos para invertir en el negocio inmobiliario con Uruguay. Su participación, al menos en la versión oficial, fue parte del aval de la aseguradora venezolana que requería el emprendimiento. De esta forma se justificaría la cuenta conjunta de la cual después se girarían 18 millones de dólares y otros tantos. Franklin Durán también formó parte de ese aval, y por eso su padre sostiene ante la Justicia que Antonini se quedó con dinero que le correspondía a su hijo.

Pero Antonini retrucó con un reclamo a Durán ante una corte de Miami por 640.000 dólares de deudas impagas que quedaron como pasivo de una de sus empresas. Uruguay está mencionado en esta demanda. Durán y Antonini, además, están distanciados por una diferencia de un millón de dólares de los emprendimientos uruguayos.

En las trasncripciones de las conversaciones grabadas por el FBI figura el siguiente diálogo del 23 de agosto de 2007.

Durán: (...) Mi pregunta es ¿la plata de Uruguay, qué hiciste?

Antonini: Está en Uruguay.

Durán: ¿No la mandaste para otro lado?

Antonini: No. Claro que no.

Durán: ¿Se la devolviste a los uruguayos?

Antonini: Claro.

Durán: Tú confías en que los uruguayos nos van a cumplir.

Antonini: Frank, la tienen...la tienen ellos.

Durán: ¿Tú confías en que los uruguayos nos van a cumplir?

Antonini: Claro que sí.

Durán: ¿Cuántos nos deben ellos ahorita?

Antonini: Nada, Frank, nada. Si...Nada Eh...Yo he hecho el convenio hasta el 50%, ¿qué nos deben, Frank? Si se... Si se hace todo mierda, ¿qué nos deben? ¿O qué me deben a mí? El problema es, Frank, este. Eso y lo demás es todo mierda. El problema es este.

Durán: El problema es que cómo lo queremos cerrar.

En diciembre Lagrenade dijo en un comunicado que el juicio en el que se investiga a Umissa es el corolario de las "varias ocasiones en que intentaron chantajearlo" y que se utiliza "la denuncia pública y la difusión pública como elemento de presión y descrédito".

Por otro lado, fuentes vinculadas a ese trámite judicial adelantaron que es inminente que el expediente pase a vista fiscal, y que los principales reparos encontrados por el juez podrían hacer sospechar de una defraudación tributaria debido a la utilización de "boletas truchas" en la facturación de Umissa. Consultado, el titular de la Dirección General Impositiva, Nelson Hernández, se excusó de no confirmar o rechazar eso.

Antonini Wilson también tiene un papel estelar en otro expediente judicial. Los diputados nacionalistas Pablo Abdala, Rodolfo Caram y Gonzalo Novales presentaron una denuncia ante el Juez Letrado de Primer Turno en la que pidieron que se investigaran los vínculos del "hombre de la valija" con Uruguay.

En su pedido, los representantes hacen un recuento de los ingresos del venezolano al país, destacan la coincidencia de su llegada a Uruguay el 7 de agosto (tres días después de que se le confiscara el dinero en Aeroparque) con la visita del presidente Chávez y los acuerdos comerciales de los dos países. En la denuncia se le aporta al juez "un indicio" de que Antonini pudo estar vinculado a algunos negocios surgidos al amparo del Fondo Bolívar-Artigas. Es que el venezolano vino a Uruguay 20 días después que Vázquez y Chávez firmaran el acuerdo. También mencionan su presencia en la recorrida por Umissa del gobernador Johnny Yañez.

El juez Fernández Lecchini, a cargo de este caso, dijo a Qué Pasa, y amparándose en el secreto de presumario, que se está esperando un exhorto de la Justicia estadounidense con más datos de las actividades de Antonini en Uruguay. Sin eso la investigación no puede avanzar.

La tercera pericia judicial la inició el diputado colorado Washington Abdala, quien solicitó que se investigaran irregularidades en el Fondo Bolívar-Artigas. Hace aproximadamente cuatro meses que la sede judicial está investigando ese fondo, y aunque faltan pruebas la comparecencia de algunos testigos, el fiscal Ricardo Perciballe dijo a Qué Pasa que de lo surgido hasta ahora no hay ninguna vinculación con Antonini Wilson.

ANTONINI Y EL GOBIERNO. Por ese caso concurrió a la Justicia el hijo del presidente, Javier Vázquez, vendedor de software, quien integró la delegación oficial que viajó a Venezuela en busca de acuerdos comerciales. También fueron citados el ministro de Vivienda y ex presidente de OSE, Carlos Colacce, y el actual presidente del ente del agua, Martín Ponce de León.

En una trama repleta de mentiras y coartadas, las referencias a una posible participación uruguaya en la red de conexiones armada por los lobbystas venezolanos, son siempre tangenciales y nunca concluyentes.

El viernes 30 de noviembre de 2007, a la tarde en un restaurante de Florida, Antonini Wilson y Moisés Maiónica, el abogado venezolano que terminó procesado en Miami por actuar como agente venezolano, tuvieron el siguiente diálogo.

Maiónica: Inclusive PDVSA, teniendo ahorita... teniéndole que dar plata a este huevón pa`llevársela a Cristina, se la dan en efectivo.

Antonini: ¿Pa`dárselo a quién? ¿A Alvarez?

Maiónica: La de Cristina, la...

Antonini: Ah, Cristina...

Maiónica: Claro.

Antonini: La Presidenta.

Maiónica: Por eso. Y es la única...

Antonini: Bueno, eh, a ella... eh, y a todos los presidentes de por allá abajo.

Otra mención elíptica a cierto papel del gobierno uruguayo pero que no refiere necesariamente a nada ilegal, la hace Wladimir Abad, un piloto que figura como presidente de algunas compañías de Antonini y Durán. En un careo, Abad afirma que "lo único que sabía (sobre los negocios de Antonini Wilson en Uruguay) es que Alejandro conocía al presidente o a parientes del presidente y que, como resultado de esa relación, pudo conseguir los negocios o el contrato de las 21 casas". La declaración de Abad se dan en el trámite judicial que Durán plantea contra Antonini.

La filial uruguaya de Pdvsa rechazó al comienzo del escándalo del maletín que Antonini tuviera algún vínculo con la empresa. Incluso negó que una de sus funcionarias en Uruguay, Ruth Beherens, estuviera en el avión en el que viajaba la valija con los 800 mil dólares. Sin embargo, Behrens sí viajaba en ese vuelo (cuando tuvo que reconocer eso fue cesada) y fue Pdvsa la que reservó las habitaciones de Antonini en el Radisson.

El FBI también grabó una conversación del 27 de agosto en la que participaron Antonini , Durán, Maiónica y el abogado Guillermo Ledesma, quien defendería a Antonini en los juicios en Argentina. Allí, "el hombre de la valija" cuenta algo de lo que ocurrió durante su estadía de 20 horas en Uruguay, después del incidente de Aeroparque.

"Cuando yo me fui a Uruguay, ellos mandaron un avión de Pdvsa a buscarme. Y a mí me llamó Victoria (Bereziuk, la ex secretaria de Claudio Uberti, el principal de la petrolera venezolana en Argentina) para decirme que si no me montaba en ese avión, que ella mandaba un avión de la República Argentina a buscarme", dice. Según el relato grabado por el FBI, el avión que venía a buscar a Antonini fue requisado. Ahí se generó toda una situación confusa que el venezolano explica a los tropezones y que termina con él montado en un avión rumbo a Estados Unidos y los funcionarios de Pdvsa intentando ubicarlo en Montevideo.

"Argentina es un pedacito del problema", dijo Antonini el 23 de agosto en un restaurant de Florida. El resto del problema, incluyendo el alcance de sus ramificaciones en Uruguay, podría revelarse en la Justicia uruguaya.

El Uruguayo detenido por el valijagate

Según la acusación, el uruguayo Rodolfo Wanseele Pacciello llevó el 28 de octubre de 2007 al militar venezolano Antonio Canchica a un encuentro con Antonini. De acuerdo a los documentos de la fiscalía, Wanseele hizo giros imprevistos para evitar que lo siguieran: una distancia de siete millas la hizo en 43 millas. Además, montó guardia. El hermano del detenido, Walter Wanseele, dijo hace unos meses a Qué Pasa que su hermano, que estuvo casado con una venezolana, fue víctima de su buena fe y rechazó cualquier vínculo oficial con la Inteligencia venezolana, aunque había hecho negocios con el gobierno de Chávez. En diciembre Wanseele, quien en un juicio en el que todos los implicados eran millonarios fue el único que debió recurrir a un abogado de oficio, recibió la sentencia de dos años y 10 meses de cárcel.

Umissa, la polémica empresa uruguaya vinculada a Antonini Wilson

En marzo de 2008 la empresa Unión Metalúrgica Industrial del Sur S.A. (Umissa) firmó contrato con el Ministerio de Vivienda de Venezuela. Había ganado la licitación por la que vendería 12.193 casas prefabricadas a dicho país a cambio de 156 millones de dólares. Más tarde el emprendimiento se incluyó en un convenio que firmaron los mandatarios de ambos países. Se creó el Fondo Bolívar-Artigas, un acuerdo que incluyó varios intercambios y por el cual Uruguay empezó a obtener petróleo venezolano.

Una vez desatado el escándalo de la valija de Antonini Wilson, el negocio de Umissa pasó a estar bajo sospecha por los vínculos con el valijero. Alejandro Lagrenade, titular de la empresa, aseguró que Antonini sólo había participado del negocio como parte del aval necesario para iniciar el intercambio, y no como accionista. Ha desmentido mayores conexiones y hoy afirma que no conserva vínculo alguno con el venezolano. También negó tener relación con Franklin Durán, otro de los inversores iniciales, que luego demandara a Antonini por apropiarse del dinero del aval.

La empresa ha figurado en varias polémicas desde entonces. Se habló de tráfico de influencias y de corrupción en los contratos de Venezuela. En entrevista con El País, Lagrenade refirió a Fucvam como "el principal adversario" y señaló a dicha empresa de tener intereses políticos al acusar a Umissa. Defendió la calidad y precio de su producto, puestos en tela de juicio también por el diario venezolano El Universal. Desde la oposición también se ha criticado e investigado a Umissa. Es que el negocio, además de la sospecha por su vínculo con Antonini, se enfrentó a los ritmos y burocracias venezolanas. Fuentes de Umissa dijeron a Qué Pasa que el enlentecimiento en el armado de las casas (muchas de las cuales estuvieron paradas varios meses en el puerto de Caracas) se debió a los cinco cambios de ministros que sucedieron en Venezuela. Aseguraron que hoy hay cerca de 5.000 de las 12.000 casas en ese país, y que "se están armando constantemente", aunque no tienen cómo constatarlo ya que las viviendas "las arman ellos". Las fuentes dijeron también que hasta el momento recibieron aproximadamente el 50% del dinero acordado.

Por otro lado, Umissa esta semana presentó ante la Junta Nacional de Empleo una solicitud para acogerse al subsidio para capacitación de unos 155 funcionarios. Lagrenade dijo a Qué Pasa que ese es un pedido que realizó el personal y reconoció que la empresa está sufriendo los azotes de la crisis financiera.

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