Wednesday, June 10, 2009

Porqué los comunicadores necesitan a Twitter

Eduardo Arriagada , Martes, 14 de Abril del 2009 17:35:54

En un comentario de este blog, hoy mismo, Katja decía respecto a Twitter: "Creo que aún muchos no entendemos de qué se trata realmente, pero simplemente lo tenemos porque es algo nuevo, porque es 2.0 y porque hay que probar todo lo que venga, sobre todo si viene de la web y es gratuito (todo lo es en la web en realidad). Porque hay que estar al día". ella comentaba el último programa de entremedios que trataba por segunda vez el tema con la participación de Paloma Baytelman. Un par de semanas antes habíamos hecho otro programa más introductorio sobre el mismo tema.

Me gustaría ilustrar un poco porqué pienso que todo comunicador está obligado a probar suerte en esta nueva herramienta participativa. Mi idea es ayudar a los lectores de este blog a entender las ventajas de esta herramienta y porqué pronto pasará a ser más que un producto propio de "geeks" (les recuerdo un post que escribí al respecto sobra las claves del 2009, en una coversación con Ruben Aros).

"Para que nos entendamos" estamos hablando de una herramienta muy simple y fácil de usar que requiere una cuenta gratis que se obtiene en un proceso similar al de otros espacios sociales como Facebook. Respecto a sus contenidos verán que se trata de algo intertermedio entre el chat y el blog, que nos permite "postear" mensajes muy cortos, de solo 140 espacios, que les llegará a todos los que se hayan "suscrito" a tu twitter. Puedes postear lo que haces, recomendar enlaces de sitios de la red, dar a conocer puntos de vista o argumentar al respecto, hacer de activista hasta contar chistes. También se usa para compartir fotografías, videos o canciones, gracias a decenas de programas que complementan los servicios de Twitter. No hay reglas, al igual que el Blog, al final es un muy simple espacio de participación en el mundo 2.0 de la red.

Al igual que Blogger (corrección de Ricardo Moreno ya que lo había confundido con YouTube por lo que aquí hay un link a su historiaque él me mandó), es una creación de la misma gente, Twitter como empresa todavía no tiene un modelo de negocio definido, es decir no es rentable ni tiene ingresos que financien sus costos. De hecho todavía es un espacio un poco inestable y los analistas esperan que un día de estos se de a conocer su compra por parte de Google, una empresa que tiene formas de rentabilizar la creciente audiencia gracias a la interrelación con otros negocios.

La clave de twitter, lo que para mi explicará su crecimiento futuro, es que se acomoda perfectamente al mundo del internet 2.0 móvil, que es la tendencia creciente, gracias a los celulares inteligentes de diverso tipo que salen cada día más baratos al mercado. Otra "gracia" que explica lo mucho que se habla de Twitter como fenómeno es que se trata de una herramienta que parece haber sido pensada especialmente para los profesionales de la comunicación, por lo que los medios masivos tradicionales están hablando permanentemente de ella sin que tenga que invertir un peso en publicidad.

La única forma de entenderla es twiteando. Para hacerlo les recomiendo trabajar con un programa gratuito muy cómodo, se llama TweetDeck. Hay algunos trucos, uno puede responder a terceros poniendo @earriagada si me quiere escribirme "públicamente" algo, también puede hacerlo de forma más privada colocando una D earriagada, lo que se traducirá en un mensaje directo que solo yo podré leer. Otro recurso es colocar RT earriagada, que significa que estaráin retuiteando un post mío, por ejemplo. También algunos usan un +1 para destacar un dato especialmente valioso, al menos eso hace uno de los twiteros más recomendables, @micronauta. Otro dato clave: instalar en facebook la aplicación twitter para que cada nuevo "post" en twitter se convierta en el "qué estoy pensando o haciendo status" de la portada personal de ese sitio social que tiene a más de 4 millones de chilenos suscritos.

Llevo varios meses de propagandista de Twitter, al menos en este espacio ya he publicado algunos post desde que estuve en un seminario sobre el futuro de los diarios en Madrid, en octubre pasado. De las conversaciones de allí, en especial lo que me comentó Francis Pisani, entendí al microblogging como el sucesor natural de los Blogs para el usuario no profesional, que participa por el gusto de hacerlo. Personalmente llevo un par de años trabajando este Blog y se que no es posible alimentar un espacio como este sin el apoyo de un trabajo que de alguna forma "lo fomente". Por la carga de tiempo que exige, en un blog puede trabajar un académico, un profesional de las comunicaciones que tiene permiso y tiempo de su medio para hacerlo o un experto en alguna materia que usa el Blog como una forma de mostrar a terceros sus capacidades y competencias, pero no es plausible pensar que por "amor al arte" una persona va a mantener un blog en el tiempo.

El Twitter puede, en cambio, ser la forma de participar para todo el resto, para las audiencias promedios de los medios masivos, aquellos que si siguen las recomendaciones de Henry Jenkins deberán empoderar a sus audiencias para que los ayuden a escribir las propias historias que transmitirán los medios. En resumen creo que los comunicadores profesionales en general y los profesionales de los medios, específicamente, tiene que aprovechar twitter tanto como una forma de dar a conocer lo que están haciendo, como para fomentar nuevas formas de participación.

Personalmente he apoyado el desarrollo del aprovechamiento de Twitter en todos los proyectos mediales con los que tengo relación. Los medios entraron a Twitter como una forma alternativa de llegar a audiencias con sus informaciones. Hay casos interesantes como los de reporteros que usan la herramienta como forma de realizar despachos en directo desde los lugares donde ocurren las noticias. Hay medios que les han creado a casi todos sus periodistas cuentas de twitter para que vayan dando a conocer lo que informativamente recaban desde sus espacios de reporteo. John Dickerson, jefe político de la revista Slate, empezó a usar esto en la campaña de Obama: "Una de las cosas que se supone que los periodistas tenemos que hacer es llevar a la audiencia donde ella no pueden ir", dijo en el NYT, (Twitter) "es una forma mucho más auténtica, porque se envía realmente desde la habitación donde se está produciendo la noticia". En Chile @miguelpaz de El Mostrador está trabajando en ese camino, una línea complicada para medios tradicionales con un carácter "editor-dependientes".

Hace unos meses converdando con Susana Alosete, una blogger española del mundo de la televisión, me comentó experiencias mediales: cómo reemplazaba al tradicional ticker para las "noticias de última hora" con la ventaja para los canales de mantener la relación con las audiencias cuando estas no están frente al televisor. Cómo se han creado personajes en Twitter de series de moda como Mad Men (/don_draper).

Paloma Baytelman (@paloma) me hizo el favor de resumir sus recomendaciones básicas sobre la herramienta:

1.- El twitter de un medio de comunicación debería estar orientado a breaking news, aviso de notas exclusivas y cosas muy curiosas con palabras de alto valor en google.
2.- Todo ello tratando de no sobrepasar el monto de un twitteo cada hora, a menos que se trate de casos muy especiales. De lo contrario pierde el valor agregado, se vuelve spam y nadie lo sigue.
3.- Intentar responder a los replays de los usuarios en forma pública, cuando la info de la respuesta sea útil para muchos.
4.- Intentar siempre responder a todas las consultas de los seguidores y si son muy personales hacerlo en forma de directo.
5.- Utilizar como avatar el logo del medio.
6.- Si se quiere hacer que los lectores-twitteros participen, veo dos vías principales:
a) Pedir feedback con respecto a un tema. Ej. "Principe Carlos estría recorriendo el centro de Stgo. de incógnito. Si lo ve por favor twitte y lo citaremos como reportero de emol.com"
b) Usar twitter para invitar a usar una aplicación de colaboración asociada al medio: grupo o causa en Facebook, comentar en un blog, aplicación en Facebook:
http://www.facebook.com/apps/index.php?q=new%20york%20times#/apps/application.php?id=5518004055&b=&ref=pd.

Con ella estuvimos en el último programa Entremedios, tratando de complementar, también por pedido de la audiencia, un primer programa sobre Twitter con el que tratamos de introducir la herramienta a quienes todavía la miran desde lejos con curiosidad.

Insisto mi recomendación: Twitter es una herramienta que hay que aprender a manejar. Los medios hasta ahora están mandado por esta vía toda información y además lo hacen con ritmos horarios que llevan a que los suscritos reciben hasta seis posteos de una vez, una forma fácil de convencer a la audiencia de renunciar a la suscripción en forma indefinida. Lo que viene es manejar la distribución con más cabeza (ver el caso de Newswer) y diseñar espacios útiles de participación. Quienes todavía tengan dudas los dejo invitados para el viernes 24 de abril a las 11:30 en el auditorio de la Facultad de Comunicaciones, ahí nos juntaremos con Tomás Pollak a conversar sobre los desafíos del mundo 2.0 para los comunicadores en el contexto del lanzamiento formal del libro que hice con él y Luis Argandoña.

Tuesday, June 09, 2009

El Estado ha vuelto... y a lo grande

¿Qué fue de los Amos del Universo satirizados por Tom Wolfe? Los ministros de Finanzas ocupan hoy su lugar. En contra de tantos augurios, Al Qaeda y la crisis han devuelto el protagonismo a los Gobiernos.

PAUL KENNEDY - TRIBUNA MEDIA SERVICES 

Hace unos 500 años, en algunas zonas de Europa occidental, ocurrió algo curioso en la sociedad humana. En vez de pequeñas unidades territoriales -ducados, principados, ciudades libres, áreas gobernadas por caudillos anárquicos y fronteras llenas de violencia- aparecieron varias naciones-Estado (España, Francia, Inglaterra y Gales), cuyos Gobiernos poseían poderes extraordinarios: el monopolio del ejército y la policía, el derecho a recaudar impuestos y el establecimiento de estructuras uniformes de gobierno, además de una asamblea nacional, una lengua común, una bandera, un sistema de correos y todos los demás atributos de la soberanía que los 192 miembros actuales de la ONU dan por descontados.

Había llegado el Estado nacional, y el mundo nunca volvería a ser el mismo.

Pero ese Estado nunca careció de enemigos ni de críticos, entre ellos los numerosos intelectuales que se atrevieron a predecir su desaparición. Por ejemplo, Karl Marx profetizó que el éxito futuro del comunismo internacional llevaría de forma inevitable al "desvanecimiento gradual del Estado". También los partidarios de una Federación Mundial en los años cuarenta del siglo XX propugnaron la instauración de varias formas de gobernanza mundial, incluido un Parlamento de toda la humanidad.

Más recientemente -y esto nos aproxima al tema de este artículo-, los defensores del capitalismo de libre mercado sin ningún tipo de control dijeron que el mundo estaba convirtiéndose en un bazar único en el que los Gobiernos eran cada vez más ineficaces, las guerras y los conflictos eran una cosa del pasado, la guerra fría era una curiosidad histórica y las finanzas cosmopolitas eran la fuerza dominante en los asuntos internacionales.

Los lectores recordarán libros con títulos tan sugerentes como El mundo sin fronteras (Kenichi Ohmae, 1990) y provocadores artículos sobre El final de la historia (Francis Fukuyama, 1989) como ejemplos de este tipo de pensamiento. Si había un grupo de actores al que perteneciera el mundo, era a los juveniles banqueros de Goldman Sachs, los capitalistas de riesgo y los jadeantes economistas del laissez-faire. El Estado se había quedado anticuado, sobre todo en sus variantes más grandes.

Pues bien, dos grandes erupciones de principios del siglo XXI han puesto en tela de juicio la hipótesis de que ya no necesitamos ni tenemos que prestar atención a lo que los conservadores estadounidenses llaman, con desprecio, el "gran gobierno".

La primera fueron los atentados terroristas del 11-S. Aquellas acciones mortales e inesperadas por parte de unos actores no estatales hirieron profundamente a la nación más poderosa de la tierra y la empujaron a llevar a cabo una increíble variedad de respuestas contra Al Qaeda y los talibanes. Todas las medidas de seguridad, la enorme acumulación de datos sobre cada ciudadano, la comunicación de informaciones de inteligencia nacional con otros Estados y las medidas coordinadas contra las cuentas bancarias sospechosas y los artículos prohibidos fueron algunas de las muchas consecuencias de la llamada guerra contra el terror. (Como nota personal, este artículo lo he escrito durante un viaje reciente alrededor del mundo en el que siempre estuvo presente el "Estado"; en el aeropuerto de Roma tuve que pasar tres controles de seguridad. Hace 20 años, habría resultado increíble).

Si a esos miedos al terrorismo unimos el inmenso malestar sobre la inmigración ilegal y las medidas contra ella, tenemos la impresión de que el "mundo sin fronteras", si es que alguna vez existió, se ha visto sustituido por controles gubernamentales y exhibiciones de autoridad en todas partes.

El segundo acontecimiento desafortunado y aterrador ha sido la crisis financiera internacional de 2008-2009, en la que la irresponsabilidad generalizada en el mercado de las hipotecas basura de Estados Unidos ha causado una onda expansiva que ha alcanzado a todo el mundo.

Se pueden decir muchas cosas sobre esta convulsa situación, pero una de las más importantes es seguramente cómo ha humillado a quienes el novelista estadounidense Tom Wolfe llamó con sarcasmo "los Amos del Universo", es decir, los banqueros, los asesores de fondos de inversión y los falsos profetas de un índice Dow Jones en crecimiento constante. También han acabado aplastadas algunas de las entidades financieras más venerables y distinguidas. Para las personas que han perdido sus casas o han visto cómo se diezmaban sus ahorros y sus pensiones, la humillación pública de banqueros y consejeros delegados que hemos presenciado durante el último año no es más que un triste consuelo parcial. Para los millones de trabajadores que han perdido sus empleos o se han visto forzados a reducir sus jornadas de trabajo debido a la recesión mundial, el grado de castigo de los ricachones no es, ni mucho menos, suficiente.

Pero eso no es lo que quiero dejar claro aquí. Lo que quiero decir es que el mundo del capitalismo de libre mercado sin control se ha encontrado con un final brusco y escalofriante y que el Estado ha tenido que intervenir para hacerse con el control de la situación tanto económica como política.

En varias partes del mundo, por supuesto, el Estado nunca se quitó de en medio, y a finales de los noventa ya había indicios de que estaba aumentando sus poderes en países tan distintos como Rusia, China, Venezuela y Zambia. Pero lo que resulta más llamativo es el reciente vuelco en las economías que hasta ahora se regían por el mercado, sobre todo en Estados Unidos.

Ver a los principales banqueros estadounidenses interrogados una y otra vez en los comités del Congreso, ver cómo sus empresas están sujetas a "pruebas de estrés" gubernamentales, enterarnos de que sus salarios y primas van a tener en el futuro un "tope", es ver cómo se derriba a unos gigantes. Y es un poderoso recordatorio de la fuerza latente del Estado-nación.

Lo mismo ocurre, lógicamente, en la esfera internacional. ¿Quiénes son hoy los Amos del Universo: los señores del capital privado, cuyas limusinas y cuyos helicópteros entraban y salían cada año del Foro Económico Mundial en Davos, o los adustos responsables de nuestros principales ministerios de Hacienda y bancos centrales? La respuesta es evidente.

Hasta las grandes instituciones financieras mundiales bailan al son que les marcan sus amos políticos, es decir, los Gobiernos que más voz tienen en ellas. Tal vez el Fondo Monetario Internacional vaya a disponer de unos cuantos cientos de miles de millones de dólares más para ayudar a las economías dañadas y las divisas en bancarrota, pero ¿quién lo ha autorizado?

Por supuesto, un grupo de gobiernos nacionales que comprendieron la necesidad de rescatar el sistema financiero mundial. Da igual que lo decidiera el viejo G-7 o el nuevo G-20 en su reciente reu-nión de Londres; el caso es que fue claramente un G-algo, es decir, fue una acción de "gobierno".

En resumen, el Estado ha vuelto a primera fila (si es que alguna vez dejó el teatro, y no estaba meramente descansando entre bambalinas). En la mayoría de los países, la parte gubernamental del PIB está aumentando sin cesar, en consonancia con el gasto oficial y las deudas nacionales. Todos los caminos parecen llevar al Congreso, o el Parlamento, o el Bundestag; o al Banco Popular de China. Los mercados observan con ansiedad el menor indicio de alteración de los tipos de interés o cualquier afirmación, por muy calculada o torpe que sea, sobre la fortaleza del dólar estadounidense.

Todas estas cosas no habrían sorprendido a los reyes Valois de Francia, ni a los monarcas Tudor, ni a Felipe II de España. Al final, y para utilizar una frase favorita del presidente Harry Truman, "la responsabilidad es mía". Es decir, de los líderes políticos, que, elegidos o no, son quienes suelen tener las riendas del poder.

Era una locura pensar que esa vieja verdad ya no era válida en los últimos años, sólo por las especulaciones de algunos responsables de fondos alternativos y unos cuantos banqueros excesivamente ambiciosos.

© 2009, Tribune Media Services, Inc.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.