Monday, May 03, 2010

Shakira lanza carta sobre Ley de Arizona

Luego de visitar al Alcalde de Phoenix, la cantante colombiana
reflexiona en una carta aspectos de la polémica disposición

Muchos son los artistas que han alzado sus voces para protestar en contra de la ley antiinmigrante de Arizona.

Estrellas como Ricky Martin, Paulina Rubio, Gloria Trevi, Julieta Venegas, Juanes, Alejandro González Iñárritu, Pablo Montero y Shakira han lanzado airados comentarios al respecto y la han catalogado como una medida retrógrada, criminal, absurda, intimidante, mal encauzada, y racista.

El sitio celestrellas.com publica una carta en la que la colombiana hace una sentida reflexión sobre lo que la ley SB 1070, a continuación se presenta la versión completa de la misma.

“Durante estos últimos días, me he encontrado sumamente impactada e inquieta respecto a la coyuntura actual de mi comunidad hispana y la ley 1070.

Por eso, decidí viajar el 29 de abril a Phoenix, Arizona, para poder evaluar personalmente la situación y llegar a mis propias conclusiones.

Como latina y como persona que cree en la igualdad de oportunidades para todos, me encuentro profundamente preocupada por el impacto que esta nueva ley migratoria pueda tener sobre las familias trabajadoras hispanas en Estados Unidos.

El propósito de mi viaje fue el de ayudar a crear conciencia sobre las peligrosas consecuencias que esta ley implica y a ofrecer mi apoyo a mi comunidad y a todos aquellos que continúan su lucha en defensa de los derechos humanos.

No soy ciudadana de Estados Unidos, pero siempre he admirado y defendido los principios de su Constitución. Para el resto del mundo, Estados Unidos simboliza el sueño de una vida mejor, basada en la justicia y la libertad para todos, sin importar el color de la piel.
Esta ley contradice intrínsecamente esos valores y se opone a los principios de todos los estadounidenses que conozco.
Yo quiero y respeto a Estados Unidos por las oportunidades que ha ofrecido, a mí y a tantos, y por todo lo que es capaz de inspirar en nosotros.

Desde muy niña, viviendo aún en Colombia, tomé la determinación de hacer mis mayores esfuerzos para triunfar en la vida, gracias a la promesa de países como éste en donde todo es posible, como lo dijo Roosevelt, a través de valentía, inteligencia, autodominio y trabajo duro.

No desearía que esta ley empañara lo que este país representa, la fe que inyecta en aquellos que aún viven en la pobreza.
Si esta ley entrara en efecto en los próximos meses, no sólo perjudicaría a miles de familias latinas trabajadoras en Arizona, sino también al espíritu de toda la comunidad latina todos y cada uno de los 45 millones de hispanos que viven y trabajan en Estados Unidos y que contribuyen día a día con su esfuerzo a construir una mejor nación.

No puedo sino preguntarme: ¿qué sentirán los miles de soldados hispanos que se encuentran en el extranjero arriesgando su vida sirviendo a este país al enterarse de que un primo o su propia madre o padre han sido detenidos en la calle o arrestados por no llevar documentación?

Esta ley no sólo perjudica a todo el Estado de Arizona, sino también los valores básicos y fundamentales de Estados Unidos, el tejido mismo de la sociedad.

La verdadera victoria de una nación democrática se basa en que su gente puede caminar por las calles sin miedo.

Estoy segura de que si los padres fundadores de la nación estadounidense fueran hoy testigos de la actual coyuntura, se opondrían a la gobernadora Brewer y urgirían a su patria a proteger la Constitución por la que tanto lucharon.

¿Puede alguien acaso llamar legal y constitucional a una ley que discrimina y separa del resto a todos los latinos por el color de su piel, dejándolos vulnerables a toda clase de abusos?

Sabemos que cuando esta abominación llegue a efectuarse se expandirá a otros estados, privando a la gente de la protección del Gobierno y el acceso a servicios vitales, como hospitales del Estado y programas de alimentación y cuidado infantil.

Desviará los recursos de la Policía alejándolos de la tarea de mantener a familias seguras, perjudicará a empresas y comunidades enteras que dependen de estas familias.

Durante mi estadía en Arizona, me reuní con mujeres latinas víctimas de violencia doméstica.

Con lágrimas me preguntaban qué podían hacer para defenderse de sus agresores y defender a sus hijos ahora que el Estado les había dado la espalda.

Con esta nueva ley en vigor no podrán acudir a ningún refugio, ni buscar protección, ni llamar a la Policía para denunciar el daño que se les inflija a ellas o a sus familias por temor a ser acosadas o detenidas.

La grandeza de Estados Unidos ha sido forjada por los sueños de sus inmigrantes.

Si lo que todos deseamos es progreso y crecimiento, esta ley se yuxtapone a ese esfuerzo, porque no traerá seguridad sino caos. No generará unidad, sino división.

No promoverá el progreso, sino atraso.

Los inmigrantes latinos, con o sin papeles, han generado crecimiento económico en Estados Unidos por generaciones.
Es comprensible que, en tiempos de crisis económica, el miedo y la confusión dominen y hay quienes se dediquen a buscar culpables, pero no olvidemos cuánto han contribuido los latinos a este país y lo que significa la magnitud de su fuerza laboral en la economía estadounidense.

Es el trabajo incansable de los latinos, su ética laboral, sus largas jornadas de trabajo y la mano de obra barata de tantos inmigrantes lo que ha impedido que muchas compañías estadounidenses abandonen el país llevándose sus negocios a otros lados y trasladen sus plantas de producción a otros mercados manufactureros, como China.

Por este motivo, es un gran error de concepto decir que los inmigrantes latinos ocupan oportunidades de empleo de ciudadanos estadounidenses cuando es exactamente lo contrario: es por su productividad y sus salarios competitivos que continúan creando ganancia y crecimiento, creando más oportunidades para todos los estadounidenses.

Los capítulos más oscuros en la historia de la humanidad, como la persecución a los judíos hace tan sólo pocas décadas, la de los cristianos en la Roma antigua, el genocidio de los armenios, la discriminación de afroamericanos contra lo que Lincoln, Kennedy y Martin Luther King lucharon y todo el sufrimiento infligido a la raza humana, comenzaron a partir de leyes y decretos como éste, en los que los Gobiernos discriminaron a un mismo grupo racial.

Durante nuestra reunión en Arizona, el Dr. Michael Berenbaum, experto en el tema del Holocausto que accedió amablemente a mi invitación, dijo: ‘No vivimos en la Alemania nazi y no viviremos allí siempre y cuando nuestro país siga siendo fiel a lo que nos ha permitido ser los Estados Unidos de América, y es precisamente en tiempos de turbulencia económica cuando un país debe regresar a sus principios fundamentales’.

El alcalde Phil Gordon, el jefe de la Policía y otras autoridades presentes escuchaban atentamente y movían sus cabezas en señal de acuerdo. Cuando observo a estos líderes que han decidido oponerse a esta ley para defender la dignidad humana y los derechos civiles, vuelvo a creer en el país al que hacía referencia el Dr. Berenbaum: los Estados Unidos de América al que siempre he querido y respetado.

Antes de partir de Arizona, también me reuní con algunas de las familias trabajadoras cuyos sueños están siendo hoy amenazados.
Familias que, como consecuencia de esta ley, podrían llegar a sufrir inevitables separaciones.

Conocí a los padres de un joven que lucha hoy por Estados Unidos como médico del Ejército en Iraq y que podrían no estar aquí cuando su hijo regrese.

Una niña de corta edad, ciudadana de Estados Unidos, que podría quedarse sola si sus padres son llevados lejos de ella.

Una estudiante con calificaciones perfectas cuyos sueños de educación universitaria son ahora inciertos.

Acompaño a éstas y a todas las familias que creen en la ecuanimidad elemental y en los derechos humanos fundamentales.

Millones de personas han luchado y perdido sus vidas por esos derechos, sobre todo los estadounidenses que les dieron origen.

Espero que esta ley no sea el comienzo de una nueva ola discriminatoria que se expanda a otros estados o quizá otros países.

Al alcalde Gordon, al presidente Obama y a todos los otros líderes que han dado un paso al frente para condenar esta ley injusta: les agradezco su compromiso con los principios fundamentales de Estados Unidos.

A la comunidad latina y a todos los demás estadounidenses que se oponen a esta ley: tengan la seguridad de que permaneceré junto a ustedes. Mantengamos alto nuestro espíritu, continuemos unidos y protejámonos unos a otros ahora más que nunca. Debemos unir nuestras fuerzas y esforzarnos hasta que el Congreso y la Corte Suprema encuentren una solución humanitaria al problema de los inmigrantes indocumentados en este país.

A los miembros del Congreso y a los legisladores: pido a republicanos y demócratas por igual que se unan y protejan el espíritu estadounidense en esta grave situación.

Todos sabemos lo que se les debe a estos millones de personas y si no se objeta que los inmigrantes latinos limpien nuestras ciudades, cuiden de nuestros autos, construyan nuestras casas, fabriquen nuestros productos, contribuyan a nuestra cultura o promuevan nuevos negocios, debe existir la valentía necesaria para regularizar su situación.

Y esperemos que así sea por el bien de la condición humana, porque todos somos iguales ante Dios y ante la ley, y por aquel mensaje de igualdad y libertad que este gran país ha compartido con el resto del mundo.

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