"Al
final, lo que está en juego no es sólo la calidad de vida que nuestros
hijos puedan disfrutar, sino también la calidad de la cultura en la que
ellos se desarrollan." (Will Eisner)
José Luis Zunni
Cuando nos preguntamos cuál es la dimensión
que actualmente tiene el hombre en la sociedad, no podemos dejar de
analizar su papel dentro y fuera de las organizaciones. Cada vez más
depende de éstas, por lo que el éxito o el fracaso que tengan las
empresas tiene consecuencias directas en la vida de cada persona.
Existe una simbiosis perfecta y permanente entre la Organización y sus miembros, pero también entre aquella y los ciudadanos.
Esta
MUTUA DEPENDENCIA característica básica de la sociedad actual, es lo
que algunos han dado en llamar “la paradoja de la tecnología”.
A
mayores niveles de desarrollo tecnológico, mayor independencia del
individuo en cuanto a posibilidades. Se abren barreras que antes estaban
cerradas porque accede a nuevos conocimientos. Al mismo tiempo, se
produce una mayor dependencia a escala individual de las organizaciones.
Esta bipolaridad relacional entre hombre y organización es la que ha
abierto la polémica del determinismo tecnológico.
Existe
una coincidencia por parte de los estudiosos de las organizaciones en
que el "factor tecnológico" predomina por sobre otras características de
la estructura básica de la empresa, y sostienen que es la causa
primordial del cambio en las organizaciones. Pero aquel determinismo
tecnológico hace que el impacto por el cambio exceda el marco
organizacional e influya en la sociedad en su conjunto: nuevos hábitos
de consumo, estilos de vida, comportamientos y conductas, etc.
Marshall McLuhan en “The Global Village” (La Aldea Global) en 1989, postuló que cada nueva tecnología tiene cuatro efectos simultáneos:
1º Mejora algo.
2º Hace que algo se convierta en obsoleto.
3º Recupera algo.
4º
En situaciones límites, se convierte en algo más. (desde la tecnología
GPS a la variedad de funciones y aplicaciones con las que cuenta la
telefonía móvil actual).
Nacimiento de un nuevo sistema para la creación de la riqueza
La evolución de la tecnología y su impacto en la sociedad a partir de los 90, ha producido el acontecimiento económico más importante que es el nacimiento de un nuevo sistema para crear riqueza.
¿Cuál
es la diferencia sustancial sobre todos los sistemas anteriores? Ya no
es la fuerza y la potencia de las máquinas, sino los nuevos diseños y
capacidades de éstas, que han incorporado a procesos mecánicos
convencionales, funciones impensables tan solo unos años atrás.
En
los países más industrializados, con mayor participación del I + D + i
en la economía, se han ido incorporando unos factores intangibles pero
mucho más enriquecedores en el capital social de un país: hombres y
mujeres que actúan sobre otros hombres y mujeres, o personas que actúan
sobre la información, siendo ésta a su vez la que actúa sobre las
personas.
Es
obvio que no se sustituye la máquina, sino que se incorpora a la cadena
de valor todo el conocimiento que tienen las personas y la
organización, pero se le saca más provecho que en décadas anteriores,
cuando no se había introducido el concepto de capital intelectual ni
tampoco el de gestión del conocimiento.
Puede
el lector pensar que cómo es que la mente del hombre ha actuado sobre
personas e información recién en la era de la globalización, ¿o es acaso
que las máquinas en la primera mitad del siglo XX no requerían de
procesos inteligentes?
Evidentemente
toda construcción humana requiere de una inteligencia aplicada con un
fin concreto, pero aquellas máquinas aún no formaban parte de este
intrincado proceso dinámico entre personas e información y viceversa.
Por tanto, otra de las características para que se interactúe entre
personas y sistemas de información, es que han tenido que desarrollarse
sistemas de análisis y metodologías para la resolución de problemas
complejos.
La inteligencia humana: el factor que más rápido se ha movido en la economía
La
auténtica revolución son las innumerables formas en las que la mente y
el llamado capital intelectual, han interactuado con los demás factores
de la producción, con la característica de haber sido la inteligencia
humana aplicada, el factor que se ha movido más rápido que el resto,
justamente a partir del inicio del proceso de internacionalización de
los mercados.
¡Sí!
Las nuevas tecnologías y la velocidad de innovación tecnológica,
determinaron nuevos procesos y normas que aplicados sobre anteriores
procedimientos industriales ya existentes, transformaron no solamente la
propia esencia de aquellos, sino la forma de pensar y actuar. Todo lo
que podríamos incluir en la expresión “Toma de decisiones”.
Una mente cada vez más abierta a nuevas opciones porque los escenarios cambian al ritmo de la innovación tecnológica.
Del
impacto que la información y la tecnología, especialmente las
comunicaciones, tienen en la vida laboral y cotidiana, se derivaron
también nuevos planteamientos para enfocar los problemas (diagnóstico) y
su resolución.
La
mente se erigió no solamente como el factor de capital intelectual más
valorado por las organizaciones, sino como el elemento sustancial al que
se cuida con gran celo, tratando que los nuevos diseños y patentes
puedan implementarse en la práctica para lograr más ventajas
competitivas como empresa, consecuentemente como país.
Una gran gestión del conocimiento es la que está ordenando sistemáticamente toda la inteligencia colectiva
De
ahí que la revolución tecnológica que está produciendo China, a
diferencia de la que produjese Japón cuarenta años antes, es que ahora
también los chinos desarrollan patentes. Han comprendido el fenómeno de
la creación de la riqueza desde la gran transformación de la mente en
las aplicaciones industriales.
En
definitiva, una gran gestión del conocimiento es la que está ordenando
sistemáticamente toda la inteligencia colectiva y quiénes mejor la
controlen y administren, serán los que generen la riqueza en el futuro.
Ahí fuera está ocurriendo una auténtica revolución
Surgen
mercados que haberlos previsto solamente tres años atrás, hubiese
parecido ser más propio de la ciencia ficción. La innovación tecnológica
afecta la forma en
que se toman las decisiones, porque la velocidad a la que ocurre
determina entornos rápidamente cambiantes que condicionan tanto el
proceso decisorio como los objetivos.
Gran adaptación al cambio y estructuras flexibles
Enfrentar
la realidad requiere de una gran adaptación al cambio y de
organizaciones con estructuras flexibles, por eso desde el inicio de la
globalización las organizaciones que triunfan en todos los mercados son
justamente las que han hecho un diseño orgánico únicamente en función de
sus necesidades operativas. Lo que se llama “organizaciones flexibles)
(flexible organization), que además han tenido que adaptarse a los
nuevos modelos de aprendizaje y gestión del conocimiento, lo que muy
bien bautizara Peter Senge como “Learning organization” (organización
que aprende).
Pero
la razón de ser de las organizaciones flexibles, es que a diferencia de
las tradicionales que no se han adaptado al cambio, prevaleciendo en
éstas la estructura orgánica, en aquellas, es la estrategia la que está
por encima de su diseño y estructura. No hay estructura sin estrategia, o
en otros términos: se estructura en función de la estrategia.
Demanda mundial orientada a productos intensivos en capital
Los tradicionales factores de la producción han sido impactados por una demanda
mundial que se viene orientando cada vez más y de manera creciente, a
productos que sean intensivos en conocimientos más que en materia.
La
inteligencia y el talento son los que mueven al capital. La mente es
definitivamente el factor de más alta productividad y generación de
riqueza.
También a gran velocidad, aparecen nuevas empresas que cambian las condiciones del mercado, adaptando toda su producción a
nuevos gustos y patrones de consumo. Una idea aplicada ya sea para
transformar un producto existente o desarrollar uno totalmente nuevo,
hace que los sistemas productivos tengan una vida útil muy corta,
pudiendo quedar obsoletos de la noche a la mañana.
Entonces
nuevos procesos mentales tienen que dar respuesta con gran velocidad a
su vez a nuevos escenarios que también cambian con celeridad. La
“paradoja de la tecnología” y la mente creadora de riqueza son dos caras
de una misma moneda que se retroalimentan e imprimen un ritmo frenético
al cambio social. Saber interpretar ambos fenómenos también debe ser
tarea de los líderes políticos para que la vida de los ciudadanos sea
más placentera, que la tecnología esté al servicio del hombre y no en
sentido inverso.
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